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Las TIC en la educación y las barreras culturales

En el artículo anterior, comentábamos la reacción de las familias ante un proyecto de innovación educativa propuesto por la dirección de un centro escolar. En esta ocasión, nos centraremos en la reacción del profesorado y la dirección del centro ante las TIC en la escuela.

La reacción de los profesores ante la integración de las TIC

La propuesta de introducción de ClassDojo como sustitución a la tradicional Agenda Escolar partió de un profesor que se había incorporado recientemente al claustro docente del centro. Procedía de otra escuela de la Comunidad de Madrid que había implantado con éxito esta nueva herramienta.

La propuesta fue acogida por la dirección del centro como parte de su proyecto de “Escuela sin papeles” que persigue reducir el consumo de papel en la dinámica habitual de trabajo en la escuela.

Cuando me enteré que habían suspendido el proyecto al primero que me dirigí para preguntarle cuál había sido el motivo, fue al profesor que había realizado la propuesta.

Su respuesta fue muy expresiva:

!… buffff… vaya lío!

Los directores de las escuelas y la tecnología

La decisión de la dirección del centro ante la reacción de las familias fue la de convocar una reunión para comunicar la retirada de la aplicación. Las explicaciones que se dieron simplemente remitían a las dificultades encontradas y a las opiniones manifestadas por algunos padres, pero ni proporcionaban una información solvente que disipara los temores, ni ofrecía soluciones que satisficieran a los afectados por la medida.

Con objeto de recabar más información, me puse en contacto con la directora y el jefe de estudios de la escuela. Estaban abrumados por la reacción de las familias, alguna incluso había amenazado con llevar el tema al Defensor del Menor si no retiraban la aplicación inmediatamente.

La directora me comentó, que habían tenido que lidiar en distintos frentes para llevar a cabo este intento de mejora y el anuncio de la posible denuncia,

“ya era demasiado”.

Me comentaron que algunos profesores habían manifestado su malestar al considerar que ofrecer a la posibilidad a las familias de ponerse en contacto directo con el profesor mediante el sistema de mensajería de la aplicación, suponía una carga extra de trabajo a la ya abultada cantidad de tareas que debían realizar. Además suponía una intrusión en la vida privada de los docentes ya que cabía la posibilidad de que las familias usaran este servicio indiscriminadamente y se vieran en la necesidad de responder a sus comunicaciones fuera de su horario laboral.

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